Mi pecho ha ido probando el éxtasis de las caricias del viento desde hace siglos,
y yo, desprevenida, no me preocupé de nada más que soñar,
ahora, oxidada me alumbro, de asombro del cambio magnánimo
que ha logrado el sol y el viento en mí matizar .
Las manos ajenas han traído formas distintas a la porcelana fina y agraciada que era,
la sonrisa y las llagas cuentan las historias que la voz ya no puede contar,
y los tesoros, guardados más profundamente que en la memoria,
porque ni esta es capaz ya de recordar.
Los detalles se me han ido escapando, la locura... nunca se va,
es el mayor regalo que poseo, sin ella no hubiese sido yo jamás.
Los deseos truncados todavía perduran, y aunque sea tarde, me la voy a jugar
por rebelarme al universo de neanderthales y mis objetivos sin tiempo macerar.