domingo, 9 de septiembre de 2007

Me paso el día

Pensando esto y lo otro, me he pasado estas últimas semanas. Escribiendo lo que quizás algún día publique, la canción que no canté y que amo escuchar, los sonidos que no me atreví a compartir contigo, la culpa de enamorarme siempre del hombre que no me conviene, el casado, el infiel, el mentiroso, el monótono, el ególatra...Todo en el mismo saco, hacen una gelatina mañosa en mi cabeza aburrida, tocada por las gotas de lluvia muerta que cae y cae sin decir por qué, ni cuestionarse absurdamente la vida como yo lo hago todo el tiempo.

Días enteros hablando sola con mi cama vacía, mi frazada cariñosa y mi conejo que conservo como el recuerdo de un buen amor...pero de eso nada queda.

Escucho música viejísima, me mareo oyendo y culpándome de que esa letra me habla, o más bien, le dice al oído a mi conciencia desterrada de la moral que no está bien, que esto, que eso, que aquello.

¡Qué más da! si mi sangre me dice lo contrario y no siento que los remordimientos hagan en mi algo más que cosquillas.

Hace bastante tiempo que no escribía estupideces en papel o en las frías teclas de un computador...Hace años que no colocaba mis ojos en alguien que me hiciera alejarme de lo que amo.

Si dejo de asistir, perdón, creo que no es el motivo que ustedes piensan, es solo que no se merece Dios que le juegue en contra con esas ideas.

Tengo una mescolanza más o menos revoltosa en mis intestinos, canto la maldita canción de Regina Spektor y me doy cuenta, ahora, a última hora, que no me llena, que por qué no canté algo que me cegara a gritar algo que sienta de verdad, como las ganas de verte y hablate bajito, leerte un pedacito de Rayuela y decirte como siempre que soy como la Maga, que tengamos un Rocamadour para poder dejar e irnos por París a vagar, contándote que me pasan cosas tan extrañas como a ellos en la historia, como que cuando rio mucho, despues lloro el doble, por eso no me rio tanto como de pronto quisiera...no me pidas que te sonría todo el día, sé que lo pagaré caro, mantén la mirada fija y firme, pero no te enamores corazoncito, que eres tan dulce y yo tan amarga que puede que nos hostiguemos.

Encuentro todo tan absurdo que no espero que alguien lo lea, pero me sirve para desahogar esa gota que me inunda. Me sirve por lo menos para dejar de soñar un rato que todo está bien y que soy la mala de la película que esconde el cuchillo asesino bajo las faldas.

Si al final siempre termino siendo yo la que sufre, lo supera y se vuelve a enamorar, o acaso he respetado las una y mil veces que he dicho "¡nunca más amo a alguien!".

Y qué, si al fin amar es lo más bello que conozco.

Algún día espero decir un Te amo de corazón, cuando lo sienta y estemos muy lejos, pero muy lejos de aquí, quizás viviendo en un campamento gitano, o bailando cueca en Alemania...

sábado, 8 de septiembre de 2007

De Poemas y Melodías

Soy un Poema y siempre mis ojos
se fijan en un compilado de notas
religiosamente prohibidas y lejanas.

Me enamoro de sus sonidos
y sus aromas matizadas
con ternura de miel calentada.

Las rosas siempre se marchitan
y terminan siendo la ahorca
que me hace llorar noches enteras.

Y los besos desparramados
sobre el colchón, el mantel y la bañera
terminan fugándose como humo por la ventana.

Se van viajando para que otros las oigan
se esparcen por los oídos de todos
y ya no quieren que les dé letras.

Son esporádicos como polvo de mariposa,
y así de persistente: como canto de grillo.

Dejan de zumbar en las orejas
sólo cuando otra contagiosa canción
se adhiere al vientre y deja de sangrar.

La otra noche me plasmé a un Re de Piano,
pero cuando se vio la cola se amó demasiado,
tanto asi que fue a adorarse y oirse toda la vida.

Y me dejó desolada, tarareando las notas
que yo y nadie más conocía,
que me enseñó cuando nadie lo quería.

Otro día llorando su tortura, me encontré
con el recuerdo de un violín hecho pedazos
que mentía para ser escuchado

y terminó inventando incluso su propia vida.
entre tanta mentira olvidó su nombre
mas, también la razón de su melodía.

Después de tanta mala suerte
unos ojitos que al titilar hacían musiquita
se me acercaron y en tonos bajos y orgullosos

me hicieron temblar de emoción.
Como todos acabó lléndose por la ventana,
encontró más público en un lado superior.

La última adquisición tengo que llevármela lejos
porque es como una estrella luminosa
no da chocolates ni rosas

pero ama con el corazón,
y quiero guardarlo en un cofre
para que me cante cada mañana

después de hacer el amor
un sol luminoso de guitarra
mezcla de madera y de marfil.