viernes, 25 de diciembre de 2015

Me dejaste suspiros tan hondos como el vacío y una cancioncita resonándolo todo.
La piel, me la dejaste llena de besos tan puros como tu mirada y tu verdad...
¿Qué hacer, si nuestro tiempo no es, pero te quiero?
¿Cómo le explico a mis manos que no te tocarán más así?
¿Dónde dejo ahora mis caricias si no es en tu espalda?


domingo, 25 de octubre de 2015

Se me fue el hambre, el sueño, el olfato y las ganas de hacer cosas. No dejan de venir a mí, recuerdos, sensaciones, palabras…

Y pienso: "no estábamos tan mal", pero su incomprensión gatilló un final que no buscaba, no esperaba y menos quería, porque todavía lo amo, lo extraño y lo cuidaría por siempre.

Pero entonces, ¿dónde quedo yo? ¿Y mi sensación de vulnerabilidad frente a mis miedos? ¿Le importa, acaso, si me siento cómoda en algunas situaciones, o si otras me gatillan flashbacks incontrolables? ¿Dónde queda su empatía frente a mi fobia, y dónde quedó su comprensión por algo, que él sabe, me cuesta tanto?

No sé en qué palabra cruzó esa barrera intransable, y yo no sé en qué momento puse ese punto de quiebre de “hasta aquí, y no más”, pero fue uno de los avances que logré para poder continuar viviendo. 

Sus palabras fueron más crueles de lo que sonaron, porque me demostró que sí es capaz de presionarme en esos temas delicados, y que sí pudo, a pesar de todo el amor que me jura tener, agredirme, porque si no entiende que me agredió es un completo imbécil.

¿Y en qué punto estoy ahora? Todavía me preocupa explicarle los motivos, mis motivos, porque yo quisiera que nunca le hiciera eso a nadie más, por último.

Por muchas cosas bonitas que sienta por él todavía, creo que no podría dejar que me toque de nuevo, que me bese con ternura, o que me haga el amor, porque siempre recordaría ese momento. No es que esté impedida de amarle, es que en vez de intentar abrir una puerta de vidrio, le tiró una piedra. Y era mi puerta de vidrio, que me costó tanto armar para que nadie más, nunca, ni siquiera quien más amo, me pudiera hacer daño, porque en mi tratamiento por abuso sexual infantil, al fin entendí que no voy a olvidar esos daños, pero sí puedo establecer límites.

Y he aquí construidos, y en proceso de crecer hacia adelante, y lo más cercano a formar una autoestima sólida,  trazar sectores seguros y otros donde no llegar para no desatar caos ni recaídas, y luchar contra lo que sea para protegerme de quien me pase a llevar, no dejarme basurear ni faltar el respeto.