sábado, 22 de julio de 2017



Descansaría en tus brazos ahora, en el bosque, en el pasto, en la laguna. Podría estar todo el día en mi caja de la nada, guardando un beso para el final. Podría sentir tu futuro en las líneas de tu mano, desbloquear tu pecho y sus disonancias, ver en tus ojos tus cruces y tus anhelos, observar tus labios al cantar, reconocer tus gestos cuando te molestas y escucharte respirar. Podría enamorarme. Claro que podría…porque el tiempo pasa divertido a tu lado, y cuando estás lejos, deseo que crezcas y que disfrutes. No te amarro, ven cuando quieras. Pero ven, porque te extraño.


Coincidir en la vida contigo ha sido perfecto:
eres deliciosa, y sabes a lo que me refiero…
esa manera tan bonita de amar que tienes,
desglosada en cada pequeño gesto realizado con detalle,
desde abrir un pañuelo de tissue,
cuán fuera una palomilla,
hasta hacer lo cotidiano, un arte.
Tu mirada vibrante, mientras te deleitas
De los brillos y colores,           
Y verte sonreír cuando reconoces
Una melodía titilante.
Estás envuelta en ecos profundos,
Tan indómitos, tan rebosantes,
Que la fogosa interpretación que haces
De todo, a tu alrededor,
Tiene más valor que el tiempo que te evade.
Lejos de ti,
No hay sabidurías ni ensueños;
Ni promesas, ni altares de soberbia.
Eres la iluminación,
¡Mi iluminación radiante!


Tiembla.
En el espacio vacío tiembla.
Eriza.
Sacia.
Mueve la piel, la miel,
el carboncillo…
Se mece al compás de tu mano.
El dibujo beneplácito de la soberbia
que llevas en la piel
se hace carne y encanto
en cada trazo.