Caes...me atrapas,
de poco a poco enredados piel a piel.
Hay un ahora, y más no hay nada.
vamos revolviendo todo,
vamos preguntando menos,
vamos mirándonos más.
-¿Qué invocas cuando me besas?-
-¿qué te despierta en la noche
intranquila?-
Me gustaría estar en tus zapatos y tu
camisa
revuelta como me sabes,
sólo para ver a través de tus ojos
cálidos
detenidos sin espanto.
Tu voz me dice de ese modo que vas
sucumbiendo
ante el anhelo de mi diosa interna de
tenerte
¡Oh ese suspiro!
¡ese respiro que fue mi nombre!
¡Tu tacto habla!
Amo tus cicatrices y tus humos,
tus violencias se me oscurecen ante la
verdad.
Un abrazo reparador ya no es mi remedio:
es mi fuga.
Voy soltando, hasta que arde, y vuelvo.
Repito. Repito y avanzo.
¡Historia es la que hacemos mientras
cabalgamos!
Navajas, dame navajas luego de atarme,
porque me sigo sintiendo libre,
a ver si expío mi alma.
Amárrame más, aunque no sea necesario.
tengo tu carnada, y tú, exquisito caíste
otra vez.
Lo amas. Lo sé. Me sabes. Me tienes.
Alcánzame en la ráfaga antes del exilio
dame una más de tus bondades,
pues la llave delicada se inactivará para
siempre cuando me vaya.
Nada me dice que seas tú.
Pero te quiero conmigo.
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