martes, 2 de octubre de 2007

Cómo transplantarte a mi corazón

Si fuera de verdad una florecita rockera como alguna vez me escribiste, esa olvidada en el viejo hotel, la que colocara la música en esos lugares que pisan las huellas aterradas. Esa que cortas para darme cuando me miras fijo.

Esa florcita que mataron, o la que anda de mano en mano de tu carne, no importa como le llamen, no importa como le miren.

Si esa flor fuese yo, podria tener colores preciosos y luminosos, florecería en primavera y en el polen desparramado en el movimiento de mis pétalos de ciruelo, suavemente, se disiparían muchos amores, muchos recuerdos mirando por la ventana. Se irían, por ejemplo oscuras piedras de mi vida, y alejarse de mi corazoncito parchado, con ese observador mágico que no habla con palabras, podria fugarse ese corazon, o rematarse, buscar una alternativa, poner este corazón en venta.

Si supieras al ritmo que corren mis pensamientos no entenderías en qué minuto pienso. Porque quien entienda el completo significado de esta obra no diría ni una sola sílaba de comentario.

Si me entregaras cada día un pedacito de esa flor que yo fuera, recogido por allí, botado por la calle, entre las hojitas de un árbol, o las plumas de un ave.

Si dieras la última flor de tu vida para mí, o la última flor en tu vida a mí, podría quizás florecer.

1 comentario:

Anicienta dijo...

Hola... muy lindo lo que escribes... pues generalmente debemos dejar a quien mas amamos... pero tambien generalmente luego nos damos cuenta que no lo amabamos tanto como el que en ese momento estamos amando... despues de un amor, siempre hay uno mejor... cuidate...